Sagradas Escrituras 1569

Capítulo 1  2  3  4  5  6  7  8  9  10  11  12  13  14  15  16

MARCOS

1:1 ¶ Comienza el Evangelio de Jesús, el Cristo, hijo de Dios.

1:2 Como está escrito en Isaías el profeta: He aquí yo envío a mi mensajero delante de tu faz, que apareje tu camino delante de ti.

1:3 Voz del que clama en el desierto: Aparejad el camino del Señor; enderezad sus veredas.

1:4 Bautizaba Juan en el desierto, y predicaba el bautismo del arrepentimiento para remisión de pecados.

1:5 Y salía a él toda la provincia de Judea, y los de Jerusalén; y eran todos, bautizados por él en el río del Jordán, confesando sus pecados.

1:6 Juan andaba vestido de pelos de camello, y con un  cinto de cuero alrededor de sus lomos; y comía langostas y miel silvestre.

1:7 Y predicaba, diciendo: Viene tras mí el que es más poderoso que yo, al cual no soy digno de desatar encorvado la correa de sus zapatos.

1:8 Yo a la verdad os he bautizado con agua; mas él os bautizará con Espíritu Santo.

1:9 ¶ Aconteció en aquellos días, que  Jesús vino de Nazaret de Galilea, y fue bautizado por Juan en el Jordán.

1:10 Y tan pronto subió del agua, Juan  vio abrirse los cielos, y al Espíritu como paloma, que descendía (y reposaba) sobre él.

1:11 Y hubo una  voz de los cielos que decía : Tú eres mi Hijo amado; en ti tomo contentamiento.

1:12 Y luego el Espíritu Santo  le impulsó al desierto.

1:13 Y estuvo allí en el desierto cuarenta días (y cuarenta noches) y era tentado de Satanás; y estaba con las fieras; y los ángeles le servían.

1:14 ¶ Mas después que Juan fue encarcelado, Jesús vino a Galilea, predicando el Evangelio del Reino de Dios,

1:15 Y diciendo: El tiempo es cumplido; y el Reino de Dios está cerca: arrepentíos, y creed al Evangelio.

1:16 Y pasando junto al mar de Galilea, vio a Simón, y a Andrés su hermano, que echaban la red en el mar; porque eran pescadores.

1:17 Y les dijo Jesús: Venid en pos de mí, y haré que seáis pescadores de hombres.

1:18 Y luego, dejadas sus redes, le siguieron.

1:19 Y pasando de allí un poco más adelante, vio a Jacobo, hijo de Zebedeo, y a Juan su hermano, también ellos en el navío, que aderezaban las redes.

1:20 Y luego los llamó; y dejando a su padre Zebedeo en el barco con los jornaleros, fueron en pos de él.

1:21 Entraron en Capernaum; y luego los sábados, entrando en la sinagoga, enseñaba.

1:22 Y se admiraban de su doctrina; porque les enseñaba como quien tiene potestad, y no como los escribas.

1:23 ¶ Y había en la sinagoga de ellos un hombre con espíritu inmundo, el cual dio voces,

1:24 diciendo: ¡Ah! ¿Qué tienes con nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido a destruirnos? Sé quién eres: el Santo de Dios.

1:25 Y Jesús le riñó, diciendo: Enmudece, y sal de él.

1:26 Y el espíritu inmundo, sacudiéndolo con violencia, y clamando a gran voz, salió de él.

1:27 Y todos se maravillaron, de tal manera que inquirían entre sí, diciendo: ¿Qué es esto? ¿Qué nueva doctrina es ésta, que con potestad aun a los espíritus inmundos manda, y le obedecen?

1:28 Vino luego su fama por toda la provincia alrededor de Galilea.

1:29 ¶ Y luego saliendo de la sinagoga, vinieron a casa de Simón y de Andrés, con Jacobo y Juan.

1:30 Y la suegra de Simón estaba acostada con fiebre; y le hablaron luego de ella.

1:31 Entonces llegando él , la tomó de su mano y la levantó; y luego la dejó la fiebre, y les servía.

1:32 Y cuando fue la tarde, cuando el sol se puso, traían a él todos los que tenían mal, y endemoniados;

1:33 y toda la ciudad se juntó a la puerta.

1:34 Y sanó a muchos que estaban enfermos de diversas enfermedades, y echó fuera muchos demonios; y no dejaba hablar a los demonios porque le conocían.

1:35 Levantándose muy de mañana, aún muy de noche, salió y se fue a un lugar desierto, y allí oraba.

1:36 Y le siguió Simón, y los que estaban con él;

1:37 Y hallándole, le dicen: Todos te buscan.

1:38 Y les dice: Vamos a los lugares vecinos, para que predique también allí; porque para esto he venido.

1:39 Y predicaba en las sinagogas de ellos en toda Galilea, y echaba fuera los demonios.

1:40 ¶ Y un leproso vino a él, rogándole; e hincada la rodilla, le dice: Si quieres, puedes limpiarme.

1:41 Y Jesús, teniendo misericordia de él, extendió su mano, y le tocó, y le dice: Quiero, sé limpio.

1:42 Y así que hubo él hablado, la lepra se fue luego de aquel, y fue limpio.

1:43 Entonces le apercibió, y le despidió luego,

1:44 y le dice: Mira, no digas a nadie nada; sino ve, muéstrate al sacerdote, y ofrece por tu limpieza lo que Moisés mandó, para testimonio a ellos.

1:45 Mas él salido, comenzó a publicarlo mucho, y a divulgar el hecho, de manera que ya Jesús no podía entrar manifiestamente en la ciudad, sino que estaba fuera en los lugares desiertos; y venían a él de todas partes.

 MARCOS

2:1 ¶ Y entró otra vez en Capernaum después de algunos  días, y se oyó que estaba en casa.

2:2 Y luego se juntaron a él muchos, que ya no cabían ni aun a la puerta; y les predicaba la Palabra.

2:3 Entonces vinieron a él unos  trayendo un paralítico, que era traído por cuatro.

2:4 Y como no podían llegar a él a causa de la multitud, descubrieron el techo de donde estaba, y haciendo abertura, bajaron el lecho en que yacía el paralítico.

2:5 Y viendo Jesús la fe de ellos, dice al paralítico: Hijo, tus pecados te son perdonados.

2:6 Y estaban allí sentados algunos de los escribas, los cuales pensando en sus corazones,

2:7 decían : ¿Por qué habla éste blasfemias? ¿Quién puede perdonar pecados, sino sólo Dios?

2:8 Y conociendo luego Jesús en su Espíritu que pensaban esto dentro de sí, les dijo: ¿Por qué pensáis estas cosas en vuestros corazones?

2:9 ¿Qué es más fácil, decir al paralítico: Tus pecados te son perdonados, o decirle: Levántate, y toma tu lecho y anda?

2:10 Pues para que sepáis que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra de perdonar los pecados, (dice al paralítico):

2:11 A ti te digo: Levántate, y toma tu lecho, y vete a tu casa.

2:12 Entonces él  se levantó luego, y tomando su lecho, se salió delante de todos, de manera que todos se asombraron, y glorificaron a Dios, diciendo: Nunca tal hemos visto.

2:13 ¶ Y volvió a salir al mar, y toda la multitud venía a él, y les enseñaba.

2:14 Y pasando, vio a Leví, hijo  de Alfeo, sentado al banco de los tributos públicos , y le dice: Sígueme. Y levantándose le siguió.

2:15 Y aconteció que estando Jesús a la mesa en casa de él, muchos publicanos y pecadores estaban también a la mesa juntamente con Jesús y con sus discípulos; porque había muchos, y le habían seguido.

2:16 Y los escribas y los fariseos, viéndole comer con los publicanos y con los pecadores, dijeron a sus discípulos: ¿Qué es esto, que él come y bebe con los publicanos y con los pecadores?

2:17 Y oyéndolo Jesús, les dice: Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los que tienen mal. No he venido a  llamar a los justos, sino a  los pecadores a enmienda.

2:18 ¶ Y los discípulos de Juan, y de los  fariseos ayunaban; y vienen, y le dicen: ¿Por qué los discípulos de Juan y los  de los fariseos ayunan, y tus discípulos no ayunan?

2:19 Y Jesús les dice: ¿Pueden ayunar los que están de bodas, cuando el Esposo está con ellos? Entre tanto que tienen consigo al Esposo, no pueden ayunar.

2:20 Mas vendrán días, cuando el Esposo les será quitado de ellos; y entonces, en aquellos días ayunarán.

2:21 Nadie echa remiendo de paño nuevo en vestido viejo; de otra manera el mismo remiendo nuevo tira del viejo, y la rotura se hace peor.

2:22 Ni nadie echa vino nuevo en odres viejos; de otra manera el vino nuevo rompe los odres, y se derrama el vino, y los odres se pierden; mas el vino nuevo en odres nuevos se ha de echar.

2:23 Y aconteció que pasando él otra vez  por los sembrados en sábado; sus discípulos, andando, comenzaron a arrancar espigas.

2:24 Entonces los Fariseos le dijeron: He aquí, ¿por qué hacen tus discípulos  en sábado lo que no es lícito?

2:25 Y él les dijo: ¿Nunca leisteis qué hizo David cuando tuvo necesidad, y tuvo hambre, él y los que estaban  con él;

2:26 cómo entró en la casa de Dios, siendo Abiatar sumo sacerdote, y comió los panes de la proposición, de los cuales no es lícito comer sino a los sacerdotes, y aun dio a los que con él estaban?

2:27 También les dijo: El sábado por causa del hombre es hecho; no el hombre por causa del sábado.

2:28 Así que el Hijo del hombre es Señor aun del sábado.

 MARCOS

3:1 ¶ Y otra vez entró en la sinagoga; y había allí un hombre que tenía una mano seca.

3:2 Y le acechaban si en sábado le sanaría, para acusarle.

3:3 Entonces dijo al hombre que tenía la mano seca: Levántate en medio.

3:4 Y les dice: ¿Es lícito hacer bien en sábados, o hacer mal? ¿Salvar la persona, o matarla? Mas ellos callaban.

3:5 Y mirándolos alrededor con enojo, condoliéndose de la ceguedad de sus corazones, dice al hombre: Extiende tu mano. Y la  extendió; y su mano fue restituida sana como la otra.

3:6 Entonces saliendo los Fariseos, tomaron consejo con los herodianos contra él, para matarle.

3:7 Mas Jesús se apartó al mar con sus discípulos; y le siguió gran multitud de Galilea, y de Judea,

3:8 y de Jerusalén, y de Idumea, y del otro lado del Jordán. Y los que moran alrededor de Tiro y de Sidón, grande multitud, oyendo cuán grandes cosas hacía, vinieron a él.

3:9 Y dijo a sus discípulos que le estuviese siempre apercibida la barquilla, por causa de la multitud, para que no le oprimiesen.

3:10 Porque había sanado a muchos; de tal manera que caían sobre él cuantos tenían plagas, para tocarle .

3:11 Y los espíritus inmundos, al verle, se postraban delante de él, y daban voces, diciendo: Tú eres el Hijo de Dios.

3:12 Mas él les reñía mucho que no lo manifestasen.

3:13 ¶ Y subió al monte, y llamó a sí a los que él quiso; y vinieron a él.

3:14 Y estableció doce, para que estuviesen con él, y para enviarlos a predicar.

3:15 Y que tuviesen potestad de sanar enfermedades, y de echar fuera demonios.

3:16 A Simón, al cual puso por nombre Pedro;

3:17 y a Jacobo, hijo de Zebedeo, y a Juan hermano de Jacobo; y los apellidó Boanerges, que es, Hijos del trueno;

3:18 y a Andrés, y a Felipe, y a Bartolomé, y a Mateo, y a Tomás, y a Jacobo hijo de Alfeo, y a Tadeo, y a Simón el cananista,

3:19 Y a Judas Iscariote, el que le entregó. Y vinieron a casa.

3:20 Y otra vez se juntó la multitud de tal manera, que ellos ni aun podían comer pan.

3:21 Cuando lo oyeron los suyos, vinieron para prenderle; porque decían: Está fuera de sí.

3:22 ¶ Pero los escribas que habían venido de Jerusalén, decían que tenía a Beelzebú; y que por el príncipe de los demonios echaba fuera los demonios.

3:23 Y llamándolos, les dijo en parábolas: ¿Cómo puede Satanás echar fuera a Satanás?

3:24 Si algún  reino contra sí mismo fuere dividido, no puede permanecer el tal reino.

3:25 Y si alguna  casa fuere dividida contra sí misma, no puede permanecer la tal casa.

3:26 Y si Satanás se levantare contra sí mismo, y fuere dividido, no puede permanecer; antes tiene fin.

3:27 Nadie puede saquear las alhajas del hombre fuerte entrando en su casa, si antes no atare al hombre fuerte; y entonces saqueará su casa.

3:28 De cierto os digo que  todos los pecados serán perdonados a los hijos de los hombres, y las blasfemias cualesquiera con que blasfemaren;

3:29 mas cualquiera que blasfemare contra el Espíritu Santo, no tiene jamás perdón; mas está obligado a eterno juicio.

3:30 Porque decían: Tiene espíritu inmundo.

3:31 ¶ Vienen después sus hermanos y su madre, y estando fuera, enviaron a él, llamándole.

3:32 La multitud estaba sentada alrededor de él, y le dijeron: He aquí, tu madre y tus hermanos (y tus hermanas) te buscan fuera.

3:33 Y él les respondió, diciendo: ¿Quién es mi madre y mis hermanos?

3:34 Y mirando alrededor a los que estaban sentados alrededor de él, dijo: He aquí mi madre y hermanos.

3:35 Porque cualquiera que hiciere la voluntad de Dios, éste es mi hermano, y mi hermana, y mi madre.

 MARCOS

4:1 ¶ Otra vez comenzó a enseñar junto al mar, y se juntó a él gran multitud; tanto, que entrándose él en un barco, se sentó en el mar; y toda la multitud estaba en tierra junto al mar.

4:2 Y les enseñaba por parábolas muchas cosas, y les decía en su doctrina:

4:3 Oíd: He aquí, el sembrador salió a sembrar.

4:4 Y aconteció sembrando, que una parte cayó junto al camino; y vinieron las aves del cielo, y la tragaron.

4:5 Otra parte cayó en pedregales, donde no tenía mucha tierra; y luego salió, porque no tenía la tierra profunda;

4:6 mas salido el sol, se quemó; y por cuanto no tenía raíz, se secó.

4:7 Otra parte cayó en espinas; y subieron las espinas, y la ahogaron, y no dio fruto.

4:8 Otra parte cayó en buena tierra, y dio fruto, que subió y creció; y llevó uno a treinta, y otro a sesenta, y otro a ciento.

4:9 Entonces les dijo: El que tiene oídos para oír, oiga.

4:10 Cuando estuvo solo, le preguntaron los que estaban cerca de él con los doce, sobre la parábola.

4:11 Y les dijo: A vosotros es dado saber el misterio del Reino de Dios; mas a los que están fuera, por parábolas todas las cosas;

4:12 para que viendo, vean y no perciben; y oyendo, oigan y no entiendan; para que no se conviertan, y les sean perdonados los pecados.

4:13 Y les dijo: ¿No sabéis esta parábola? ¿Cómo, pues, entenderéis todas las parábolas?

4:14 El sembrador es el que  siembra la Palabra.

4:15 Y éstos son los de junto al camino; en los que la Palabra es sembrada; mas después que la oyeron, luego viene Satanás, y quita la Palabra que fue sembrada en sus corazones.

4:16 Y asimismo éstos son los que son sembrados en pedregales: los que cuando han oído la Palabra, luego la toman con gozo;

4:17 pero no tienen raíz en sí, antes son temporales, que levantándose la tribulación o la persecución por causa de la Palabra, luego se escandalizan.

4:18 Y éstos son los que son sembrados entre espinas: los que oyen la palabra;

4:19 pero los cuidados de este siglo, y el engaño de las riquezas, y las codicias que hay  en las otras cosas, entrando, ahogan la Palabra, y es hecha sin fruto.

4:20 Y éstos son los que fueron sembrados en buena tierra: los que oyen la Palabra, y la  reciben, y hacen fruto, uno a treinta, otro a sesenta, y otro a ciento.

4:21 ¶ También les dijo: ¿Viene la lámpara para ser puesto debajo del almud, o debajo de la cama? ¿No viene  para ser puesto en el candelero?

4:22 Porque no hay nada oculto que no haya de ser manifestado, ni secreto que no haya de venir en descubierto.

4:23 Si alguno tiene oídos para oír, oiga.

4:24 Les dijo también: Mirad lo que oís: con la medida que medís, os medirán otros, y será añadido a vosotros los que oís.

4:25 Porque al que tiene, le será dado; y al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado.

4:26 Decía además: Así es el Reino de Dios, como si un hombre echa simiente en la tierra;

4:27 y duerme, y se levanta de noche y de día, y la simiente brota y crece como él no sabe.

4:28 Porque de suyo fructifica la tierra, primero hierba, luego espiga, después grano lleno en la espiga;

4:29 y cuando el fruto fuere producido, luego se mete la hoz, porque la siega es llegada.

4:30 También decía: ¿A qué haremos semejante el Reino de Dios? ¿O con qué parábola le compararemos?

4:31 Es  como el grano de mostaza, que cuando se siembra en tierra, es la más pequeña de todas las simientes que hay en la tierra;

4:32 mas después de sembrado, sube, y se hace la mayor de todas las legumbres, y echa grandes ramas, de tal manera que las aves del cielo puedan morar bajo su sombra.

4:33 Y con muchas parábolas como éstas les hablaba la Palabra, conforme a lo que podían oír.

4:34 Sin parábola no les hablaba; pero a sus discípulos en particular declaraba todo.

4:35 ¶ Y les dijo aquel día cuando fue tarde: Pasemos al otro lado.

4:36 Y enviando la multitud, le tomaron como estaba en el barco; y había también con él otros barquitos.

4:37 Y se levantó una grande tempestad de viento, y echaba las olas en el barco, de tal manera que ya se llenaba.

4:38 El estaba en la popa, durmiendo sobre un cabezal, y le despertaron, y le dijeron: ¿Maestro, no tienes cuidado que perecemos?

4:39 Y levantándose, increpó al viento, y dijo al mar: Calla, enmudece. Y cesó el viento, y fue hecha grande bonanza.

4:40 Y a ellos dijo: ¿Por qué estáis así amedrentados? ¿Cómo no tenéis fe?

4:41 Y temieron con gran temor, y decían el uno al otro. ¿Quién es éste, que aun el viento y el mar le obedecen?

 MARCOS

5:1 ¶ Y vinieron al otro lado del mar a la provincia de los gadarenos.

5:2 Y salido él del barco, luego le salió al encuentro un hombre de los sepulcros, con un espíritu inmundo,

5:3 que tenía domicilio en los sepulcros, y ni aun con cadenas le podía alguien atar;

5:4 porque muchas veces había sido atado con grillos y cadenas; mas las cadenas habían sido hechas pedazos por él, y los grillos desmenuzados; y nadie le podía domar.

5:5 Siempre, de día y de noche, andaba dando voces en los montes y en los sepulcros, e hiriéndose con las piedras.

5:6 Y cuando vio a Jesús de lejos, corrió, y le adoró.

5:7 Clamando a gran voz, dijo: ¿Qué tienes conmigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? Te conjuro por Dios que no me atormentes.

5:8 Porque le decía: Sal de este hombre, espíritu inmundo.

5:9 Y le preguntó: ¿Cómo te llamas? Y respondió diciendo: Legión me llamo; porque somos muchos.

5:10 Le rogaba mucho que no le enviase fuera de aquella provincia.

5:11 Y estaba allí cerca de los montes una grande manada de puercos paciendo;

5:12 y le rogaron todos aquellos demonios, diciendo: Envíanos a los puercos para que entremos en ellos.

5:13 Y luego Jesús se lo permitió. Y saliendo aquellos espíritus inmundos, entraron en los puercos, y la manada cayó por un despeñadero en el mar; los cuales eran como dos mil; y en el mar se ahogaron.

5:14 Los que apacentaban los puercos huyeron, y dieron aviso en la ciudad y en los campos. Y salieron para ver qué era aquello que había acontecido.

5:15 Y vienen a Jesús, y ven al que había sido atormentado del demonio, y que había tenido la legión, sentado y vestido, y en su juicio cabal; y tuvieron miedo.

5:16 Y les contaron los que lo  habían visto, cómo había acontecido al que había tenido el demonio, y lo de los puercos.

5:17 Y comenzaron a rogarle que se fuese de los términos de ellos.

5:18 Y entrando él en el barco, le rogaba el que había sido fatigado del demonio, para estar con él.

5:19 Pero Jesús no le permitió, sino le dijo: Vete a tu casa a los tuyos, y cuéntales cuán grandes cosas el Señor ha hecho contigo, y cómo  ha tenido misericordia de ti.

5:20 Y se fue, y comenzó a publicar en Decápolis cuán grandes cosas Jesús había hecho con él; y todos se maravillaban.

5:21 ¶ Pasando otra vez Jesús en un barco a la otra orilla, se juntó a él gran multitud; y estaba junto al mar.

5:22 Y vino uno de los príncipes de la sinagoga, llamado Jairo; y luego que le vio, se postró a sus pies,

5:23 y le rogaba mucho, diciendo: Mi hija está a la muerte; ven y pondrás las manos sobre ella para que sea salva, y vivirá.

5:24 Y fue con él, y le seguía gran multitud, y le apretaban.

5:25 Y una mujer que estaba con flujo de sangre doce años hacía,

5:26 y había sufrido mucho de muchos médicos, y había gastado todo lo que tenía, y nada había aprovechado, antes le iba peor,

5:27 cuando oyó hablar  de Jesús, vino por detrás entre la multitud, y tocó su vestido.

5:28 Porque decía: Si tocare tan solamente su vestido, seré salva.

5:29 Luego la fuente de su sangre se secó; y sintió en el cuerpo que era sana de aquel azote.

5:30 Y luego Jesús, conociendo en sí mismo la virtud que había salido de él, volviéndose a la multitud, dijo: ¿Quién ha tocado mis vestidos?

5:31 Le dijeron sus discípulos: Ves que la multitud te aprieta, y dices: ¿Quién me ha tocado?

5:32 Y él  miraba alrededor para ver a la que había hecho esto.

5:33 Entonces la mujer, temiendo y temblando, sabiendo lo que en sí había sido hecho, vino y se postró delante de él, y le dijo toda la verdad.

5:34 El le dijo: Hija, tu fe te ha hecho salva; ve en paz, y queda sana de tu azote.

5:35 ¶ Hablando aún él, vinieron de casa  del príncipe de la sinagoga, diciendo: Tu hija es muerta; ¿para qué fatigas más al Maestro?

5:36 Mas luego Jesús, oyendo esta razón que se decía, dijo al príncipe de la sinagoga: No temas, cree solamente.

5:37 Y no permitió que alguno viniese tras él sino Pedro, y Jacobo, y Juan hermano de Jacobo.

5:38 Y llegaron a la casa del príncipe de la sinagoga, y vio el alboroto, los que lloraban y gemían mucho.

5:39 Y entrando, les dice: ¿Por qué alborotáis y lloráis? La muchacha no está muerta, sino duerme.

5:40 Y hacían burla de él; mas él, echados fuera todos, toma al padre y a la madre de la muchacha, y a los que estaban con él, y entra donde la muchacha estaba.

5:41 Y tomando la mano de la muchacha, le dice: Talita cumi; que es, si lo interpretares: Muchacha, a ti digo, levántate.

5:42 Y luego la muchacha se levantó, y andaba; porque era de doce años. Y se espantaron de grande espanto.

5:43 Mas él  les mandó mucho que nadie lo supiese, y dijo que le diesen de comer.

 MARCOS

6:1 ¶ Y salió de allí, y vino a su tierra, y le siguieron sus discípulos.

6:2 Llegado el sábado, comenzó a enseñar en la sinagoga; y muchos, oyéndole, estaban atónitos, diciendo: ¿De dónde tiene éste estas cosas? ¿Y qué sabiduría es ésta que le es dada, y tales maravillas que por sus manos son hechas?

6:3 ¿No es éste el carpintero, hijo de María, hermano de Jacobo, y de José, y de Judas, y de Simón? ¿No están también aquí con nosotros, sus hermanas? Y se escandalizaban de él.

6:4 Pero Jesús les decía: No hay profeta deshonrado sino en su tierra, y entre sus parientes, y en su casa.

6:5 Y no pudo hacer allí alguna maravilla; solamente sanó unos  pocos enfermos, poniendo sobre ellos las manos.

6:6 Y estaba maravillado de la incredulidad de ellos. Y rodeaba las aldeas de alrededor, enseñando.

6:7 ¶ Y llamó a los doce, y comenzó a enviarlos de dos en dos; y les dio potestad sobre  los espíritus inmundos.

6:8 Y les mandó que no llevasen nada para el camino, sino solamente báculo; no alforja, ni pan, ni dinero en la bolsa;

6:9 mas que calzasen sandalias, y no vistiesen dos túnicas.

6:10 Y les decía: Dondequiera que entréis en una casa, posad en ella hasta que salgáis de allí.

6:11 Y todos aquellos que no os recibieren ni os oyeren, saliendo de allí, sacudid el polvo que está debajo de vuestros pies, en testimonio a ellos. De cierto os digo que será más tolerable será para los de Sodoma y Gomorra en  el día del juicio, que para aquella ciudad.

6:12 Y saliendo, predicaban que los hombres se arrepintiesen.

6:13 Y echaban fuera muchos demonios, y ungían con aceite a muchos enfermos, y sanaban.

6:14 ¶ Y oyó el rey Herodes la fama de Jesús , porque su nombre era hecho notorio; y dijo: Juan el que bautizaba, ha resucitado de los muertos, y por tanto, virtudes obran en él.

6:15 Otros decían: Elías es. Y otros decían: Profeta es, o alguno de los profetas.

6:16 Y oyéndolo Herodes, dijo: Este es Juan el que yo degollé; él ha resucitado de los muertos.

6:17 Porque el mismo Herodes había enviado, y prendido a Juan, y le había aprisionado en la cárcel a causa de Herodías, mujer de Felipe su hermano; porque la había tomado por mujer.

6:18 Porque Juan decía a Herodes: No te es lícito tener la mujer de tu hermano.

6:19 Mas Herodías le acechaba, y deseaba matarle, y no podía;

6:20 porque Herodes temía a Juan, conociéndolo varón justo y santo; y le tenía respeto; y escuchándole, hacía muchas cosas; y le oía de buena gana.

6:21 Y venido un día oportuno, en que Herodes, en la fiesta de su nacimiento, daba una cena a sus príncipes y tribunos, y a los principales de Galilea;

6:22 y entrando la hija de Herodías, y danzando, y agradando a Herodes y a los que estaban con él a la mesa, el rey dijo a la muchacha: Pídeme lo que quisieres, que yo te lo daré.

6:23 Y le juró: Todo lo que me pidieres te daré, hasta la mitad de mi reino.

6:24 Y saliendo ella, dijo a su madre: ¿Qué pediré? Y ella dijo: La cabeza de Juan el Bautista.

6:25 Entonces ella  entró prestamente al rey, y pidió, diciendo: Quiero que ahora mismo me des en un plato la cabeza de Juan Bautista.

6:26 Y el rey se entristeció mucho; mas  a causa del juramento, y de los que estaban con él a la mesa, no quiso desecharla.

6:27 Y luego el rey, enviando uno de la guardia, mandó que fuese traída su cabeza;

6:28 el cual fue, y le degolló en la cárcel, y trajo su cabeza en un plato, y la dio a la muchacha, y la muchacha la dio a su madre.

6:29 Y oyéndolo sus discípulos, vinieron y tomaron su cuerpo, y le pusieron en un sepulcro.

6:30 ¶ Y los apóstoles se juntaron a Jesús, y le contaron todo lo que habían hecho, y lo que habían enseñado.

6:31 Y él  les dijo: Venid vosotros aparte al lugar desierto, y reposad un poco. Porque había muchos que iban y venían, que aun no tenían lugar de comer.

6:32 Y se fueron en un barco al lugar desierto aparte.

6:33 Y los vieron ir muchos, y le conocieron; y concurrieron allá muchos a pie de las ciudades, y llegaron antes que ellos, y se juntaron a él.

6:34 Y saliendo Jesús  vio gran multitud, y tuvo misericordia de ellos, porque eran como ovejas sin pastor; y les comenzó a enseñar muchas cosas.

6:35 Cuando ya fuese el día muy entrado, sus discípulos llegaron a él, diciendo: El lugar es desierto, y el día ya muy entrado;

6:36 envíalos para que vayan a los cortijos y aldeas de alrededor, y compren para sí pan; porque no tienen qué comer.

6:37 Respondiendo él, les dijo: Dadles de comer vosotros. Y le dijeron: ¿Qué  vayamos y compremos pan por doscientos denarios, y les demos de comer?

6:38 El les dice: ¿Cuántos panes tenéis? Id, y vedlo. Y sabiéndolo, dijeron: Cinco, y dos peces.

6:39 Y les mandó que hiciesen recostar a todos por partidas sobre la hierba verde.

6:40 Y se recostaron por partidas, de ciento en ciento, y de cincuenta en cincuenta.

6:41 Y tomados los cinco panes y los dos peces, mirando al cielo, bendijo, y partió los panes, y dio a sus discípulos para que los pusiesen delante; y repartió a todos los dos peces.

6:42 Y comieron todos, y se saciaron.

6:43 Y alzaron de los pedazos doce cestas llenas, y de los peces.

6:44 Y los que comieron eran cinco mil hombres.

6:45 ¶ Y luego apuró a sus discípulos a subir en el barco, e ir delante de él a Betsaida en la otra ribera, entre tanto que él despedía la multitud.

6:46 Y después que los hubo despedido, se fue al monte a orar.

6:47 Cuando llegó la noche, el barco estaba en medio del mar, y él solo en tierra.

6:48 Y los vio fatigados remando, porque el viento les era contrario; y cerca de la cuarta vigilia de la noche, vino a ellos andando sobre el mar, y quería precederlos.

6:49 Y viéndole ellos, que andaba sobre el mar, pensaron que era fantasma, y dieron voces;

6:50 porque todos le veían, y se turbaron. Mas luego habló con ellos, y les dijo: Alentaos; YO SOY, no temáis.

6:51 Y subió a ellos en el barco, y el viento reposó; y ellos en gran manera estaban fuera de sí, y se maravillaban;

6:52 porque aún  no habían cobrado entendimiento en los panes, porque sus corazones estaban ciegos.

6:53 Y cuando llegaron al otro lado, vinieron a tierra de Genezaret, y tomaron puerto.

6:54 Y saliendo ellos del barco, luego le conocieron.

6:55 Y recorriendo toda la tierra de alrededor, comenzaron a traer de todas partes enfermos en lechos, a donde oían que estaba.

6:56 Y dondequiera que entraba, en aldeas, o ciudades, o heredades, ponían en las calles a los que estaban enfermos, y le rogaban que les dejase tocar siquiera el borde de su vestido; y todos los que le tocaban eran salvos.

 MARCOS

7:1 ¶ Y se juntaron a él fariseos, y algunos de los escribas, que habían venido de Jerusalén;

7:2 los cuales, viendo a algunos de sus discípulos comer pan con manos comunes, es a decir, no lavadas, los condenaban.

7:3 (Porque los fariseos y todos los judíos, teniendo la tradición de los ancianos, si muchas veces no se lavan las manos, no comen.

7:4 Y volviendo  de la plaza, si no se lavaren, no comen. Y muchas otras cosas hay, que tomaron para guardar, como las lavaduras de los vasos de beber , y de los jarros, y de los vasos de metal, y de los lechos.)

7:5 Y le preguntaron los fariseos y los escribas: ¿Por qué tus discípulos no andan conforme a la tradición de los ancianos, sino que comen pan con manos sin lavar?

7:6 Y respondiendo él, les dijo: Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías, como está escrito: Este pueblo con los labios me honra, Mas su corazón lejos está de mí.

7:7 Y en vano me honran, enseñando como doctrinas, mandamientos de hombres.

7:8 Porque dejando el mandamiento de Dios, tenéis la tradición de los hombres: las lavaduras de los jarros y de los vasos de beber ; y hacéis muchas cosas semejantes a éstas.

7:9 Les decía también: Bien; invalidáis el mandamiento de Dios para guardar vuestra tradición.

7:10 Porque Moisés dijo: Honra a tu padre y a tu madre, y: El que maldijera al padre o a la madre, morirá irremisiblemente.

7:11 Y vosotros decís: Basta si dijere un hombre al padre o a la madre: Todo Corbán (quiere decir, don mío a Dios) todo aquello con que pudiera valerte;

7:12 y no le dejáis hacer más por su padre o por su madre,

7:13 invalidando la palabra de Dios con vuestra tradición que disteis; y muchas cosas hacéis semejantes a éstas.

7:14 Y llamando a toda la multitud, les dijo: Oídme todos, y entended.

7:15 Nada hay fuera del hombre que entre en él, que le pueda contaminar; mas lo que sale de él, aquello es lo que contamina al hombre.

7:16 Si alguno tiene oídos para oír, oiga.

7:17 Y dejando  la multitud y entrándose en casa, le preguntaron sus discípulos sobre la parábola.

7:18 Y les dijo: ¿También vosotros estáis así sin entendimiento? ¿No entendéis que todo lo de fuera que entra en el hombre, no le puede contaminar?

7:19 Porque no entra en su corazón, sino en el vientre, y sale el hombre  a la secreta, y purga todas las viandas.

7:20 Pero decía, que lo que del hombre sale, aquello contamina al hombre.

7:21 Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios,

7:22 los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, las desvergüenzas, el ojo maligno, las injurias, la soberbia, la insensatez.

7:23 Todas estas maldades de dentro salen, y contaminan al hombre.

7:24 ¶ Y levantándose de allí, se fue a los términos de Tiro y de Sidón; y entrando en casa, quiso que nadie lo  supiese; mas no pudo ser escondido.

7:25 Porque una mujer, cuya hija tenía un espíritu inmundo, luego que oyó de él, vino y se echó a sus pies.

7:26 Y la mujer era griega, sirofenicia de nación; y le rogaba que echase fuera de su hija al demonio.

7:27 Más Jesús le dijo: Deja primero saciarse los hijos, porque no es bien tomar el pan de los hijos y echarlo a los perrillos.

7:28 Y respondió ella, y le dijo: Sí, Señor; pero aun  los perrillos debajo de la mesa, comen de las migajas de los hijos.

7:29 Entonces le dice: Por esta palabra, ve; el demonio ha salido de tu hija.

7:30 Cuando fue a su casa, halló que el demonio había salido, y a la hija echada sobre la cama.

7:31 ¶ Volviendo a salir de los términos de Tiro, vino por Sidón al mar de Galilea, por mitad de los términos de Decápolis.

7:32 Y le traen un sordo y tartamudo, y le ruegan que le ponga la mano encima.

7:33 Tomándole aparte de la multitud, metió sus dedos en las orejas de él, y escupiendo, tocó su lengua (con la saliva);

7:34 y mirando al cielo, gimió, y dijo: Efata: que es decir : Sé abierto.

7:35 Luego fueron abiertos sus oídos, y fue desatada la ligadura de su lengua, y hablaba bien.

7:36 Y les mandó que no lo dijesen a nadie; pero cuanto más les mandaba, tanto más y más lo  divulgaban.

7:37 Y en gran manera se maravillaban, diciendo: Bien lo ha hecho todo; hace a los sordos oír, y a los mudos hablar.

 MARCOS

8:1 ¶ En aquellos días, como otra vez hubo gran multitud, y no tenían qué comer, Jesús llamó a sus discípulos, y les dijo:

8:2 Tengo misericordia de la multitud, porque ya hace tres días que están conmigo; y no tienen qué comer.

8:3 Si los envío en ayunas a sus casas, desmayarán en el camino; porque algunos de ellos han venido de lejos.

8:4 Sus discípulos le respondieron: ¿De dónde podrá alguien saciar a éstos de pan aquí en el desierto?

8:5 Y les preguntó: ¿Cuántos panes tenéis? Y ellos dijeron: Siete.

8:6 Entonces mandó a la multitud que se recostase en tierra; y tomando los siete panes, habiendo dado gracias, partió, y dio a sus discípulos que pusiesen delante; y los pusieron delante a la multitud.

8:7 Tenían también unos pocos pececillos; y los bendijo, y mandó que también los pusiesen delante.

8:8 Y comieron, y se saciaron; y levantaron de los pedazos que habían sobrado, siete canastas.

8:9 Y eran los que comieron, como cuatro mil; y los despidió.

8:10 ¶ Luego entrando en el barco con sus discípulos, vino a la región de Dalmanuta.

8:11 Y vinieron los fariseos, y comenzaron a altercar con él, demandándole señal del cielo, tentándole.

8:12 Y gimiendo de su espíritu, dice: ¿Por qué pide señal esta generación? De cierto os digo que no se dará señal a esta generación.

8:13 Y dejándolos, volvió a entrar en el barco, y se fue a la otra ribera.

8:14 Y se habían olvidado de tomar pan, y no tenían sino un pan consigo en el barco.

8:15 Y les mandó, diciendo: Mirad, guardaos de la levadura de los fariseos, y de la levadura de Herodes.

8:16 Y altercaban los unos con los otros diciendo: Pan no tenemos.

8:17 Y como Jesús lo entendió, les dice: ¿Qué altercáis, porque no tenéis pan? ¿No consideráis ni entendéis? ¿Aún tenéis ciego vuestro corazón?

8:18 ¿Teniendo ojos no veis, y teniendo oídos no oís? ¿Y no os acordáis?

8:19 Cuando partí los cinco panes entre cinco mil, ¿cuántas canastas llenas de los pedazos alzasteis? Y ellos dijeron: Doce.

8:20 Y cuando los siete panes entre cuatro mil, ¿cuántas canastas llenas de los pedazos alzasteis? Y ellos dijeron: Siete.

8:21 Y les dijo: ¿Cómo aún no entendéis?

8:22 ¶ Y vino a Betsaida; y le traen un ciego, y le ruegan que le tocase.

8:23 Entonces, tomando la mano del ciego, le sacó fuera de la aldea; y escupiendo en sus ojos, y poniéndole las manos encima, le preguntó si veía algo.

8:24 Y él  mirando, dijo: Veo los hombres, pues veo que andan como árboles.

8:25 Luego le puso otra vez las manos sobre sus ojos, y le hizo que mirase; y fue sano, y vio de lejos y claramente a todos.

8:26 Y le envió a su casa, diciendo: No entres en la aldea, ni lo digas a nadie en la aldea.

8:27 ¶ Salió Jesús y sus discípulos por las aldeas de Cesarea de Filipo. Y en el camino preguntó a sus discípulos, diciéndoles: ¿Quién dicen los hombres que soy yo?

8:28 Ellos respondieron: Juan Bautista; y otros, Elías; y otros: Alguno de los profetas.

8:29 Entonces él les dice: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Y respondiendo Pedro, le dice: ¡Tú eres el Cristo!

8:30 Y les mandó que no hablasen esto  de él a ninguno.

8:31 Y comenzó a enseñarles, que convenía que el Hijo del hombre padeciese mucho, y ser reprobado de los ancianos, y de los príncipes de los sacerdotes, y de los escribas; y ser muerto, y resucitar después de tres días.

8:32 Y claramente decía esta palabra. Entonces Pedro le tomó, y le comenzó a reprender.

8:33 Y él, volviéndose y mirando a sus discípulos, riñó a Pedro, diciendo: Apártate de mí, Satanás; porque no sabes las cosas que son  de Dios, sino las que son  de los hombres.

8:34 Y llamando a la multitud con sus discípulos, les dijo: Cualquiera que quisiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su madero, y sígame.

8:35 Porque el que quisiere salvar su vida, la perderá; y el que perdiere su vida por causa de mí y del Evangelio, éste la salvará.

8:36 Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y pierde su alma?

8:37 ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?

8:38 Porque el que se avergonzare de mí y de mis palabras en esta generación adulterina y pecadora, el Hijo del hombre se avergonzará también de él, cuando vendrá en la gloria de su Padre con los santos ángeles.

 MARCOS

9:1 ¶ También les dijo: De cierto os digo que hay algunos de los que están aquí, que no gustarán la muerte hasta que hayan visto el Reino de Dios que viene con potencia.

9:2 Y seis días después tomó Jesús a Pedro, y a Jacobo, y a Juan, y los sacó aparte solos a un monte alto; y fue transfigurado delante de ellos.

9:3 Sus vestidos fueron vueltos resplandecientes, muy blancos, como la nieve; tanto que ningún lavador en la tierra los puede hacer tan blancos.

9:4 Y les apareció Elías con Moisés, que hablaban con Jesús.

9:5 Entonces respondiendo Pedro, dice a Jesús: Maestro, bien será que nos quedemos aquí, y hagamos tres tabernáculos: para ti uno, y para Moisés otro, y para Elías otro;

9:6 Porque no sabía lo que hablaba; ya  que estaba fuera de sí.

9:7 Y vino una nube que les hizo sombra, y una voz de la nube, que decía: Este es mi Hijo amado: A EL OID.

9:8 Y luego, como miraron, no vieron más a nadie consigo, sino a Jesús solo.

9:9 Y descendiendo ellos del monte, les mandó que a nadie dijesen lo que habían visto, sino cuando el Hijo del hombre hubiese resucitado de los muertos.

9:10 Y retuvieron la palabra en sí, altercando qué sería aquello: Resucitar de los muertos.

9:11 Y le preguntaron, diciendo: ¿Qué es lo que los escribas dicen, que es necesario que Elías venga antes?

9:12 Y respondiendo él, les dijo: Elías a la verdad, vendrá primero y restituirá todas las cosas; y como está escrito del Hijo del hombre, que padezca mucho y sea tenido en nada.

9:13 Pero os digo que Elías ya  vino, y le hicieron todo lo que quisieron, como está escrito de él.

9:14 ¶ Y como vino a los discípulos, vio gran multitud alrededor de ellos, y escribas que disputaban con ellos.

9:15 Y luego toda la multitud, viéndole, se espantó, y corriendo a él, le saludaron.

9:16 Y preguntó a los escribas: ¿Qué disputáis con ellos?

9:17 Y respondiendo uno de la multitud, dijo: Maestro, traje a ti mi hijo, que tiene un espíritu mudo,

9:18 el cual, dondequiera que le toma, le despedaza; y echa espumarajos, y cruje los dientes, y se va secando; y dije a tus discípulos que le echasen fuera, y no pudieron.

9:19 Y respondiendo él, le dijo: ¡Oh generación infiel! ¿Hasta cuándo estaré con vosotros? ¿Hasta cuándo os tengo de sufrir? Traédmelo.

9:20 Y se lo trajeron; y cuando le vio, luego el espíritu le desgarraba; y cayendo en tierra, se revolcaba, echando espumarajos.

9:21 Y Jesús  preguntó a su padre: ¿Cuánto tiempo hace que le aconteció esto? Y él dijo: Desde niño;

9:22 y muchas veces le echa en el fuego y en aguas, para matarle; mas, si puedes algo, ayúdanos, teniendo misericordia de nosotros.

9:23 Y Jesús le dijo: Si puedes creer esto, al que cree todo es posible.

9:24 Y luego el padre del muchacho dijo clamando con lágrimas: Creo, Señor, ayuda a mi incredulidad.

9:25 Cuando Jesús vio que la multitud concurría, reprendió al espíritu inmundo, diciéndole: Espíritu mudo y sordo, yo te mando, sal de él, y no entres más en él.

9:26 Entonces el espíritu clamando y desgarrándole mucho, salió; y él  quedó como muerto, de modo  que muchos decían que era muerto.

9:27 Pero Jesús tomándole de la mano, le enderezó; y se levantó.

9:28 Y como él entró en casa, sus discípulos le preguntaron aparte: ¿Por qué nosotros no pudimos echarle fuera?

9:29 Y les dijo: Este género con nada puede salir, sino con oración y ayuno.

9:30 ¶ Y habiendo salido de allí, caminaron juntos por Galilea: y no quería que nadie lo supiese.

9:31 Porque iba enseñando a sus discípulos, y les decía: El Hijo del hombre es entregado en manos de hombres, y le matarán; mas muerto él , resucitará al tercer día.

9:32 Pero ellos no entendían esta  palabra, y tenían miedo de preguntarle.

9:33 Y llegó a Capernaum; y así que estuvo en casa, les preguntó: ¿Qué disputabais entre vosotros en el camino?

9:34 Mas ellos callaron; porque los unos con los otros habían disputado en el camino quién había de ser  el mayor.

9:35 Entonces sentándose, llamó a los doce, y les dice: Si alguno quiere ser el primero, será el postrero de todos, y el servidor de todos.

9:36 Y tomando un niño, lo puso en medio de ellos; y tomándole en sus brazos, les dice:

9:37 El que recibiere en mi nombre uno de los tales niños, a mí me  recibe; y el que a mí me  recibe, no me  recibe a mí, sino al que me envió.

9:38 Y le respondió Juan, diciendo: Maestro, hemos visto a uno que en tu nombre echaba fuera los demonios, el cual no nos sigue; y se lo prohibimos, porque no nos seguía.

9:39 Y Jesús dijo: No se lo prohibáis; porque ninguno hay que haga milagro en mi nombre, que luego pueda decir mal de mí.

9:40 Porque el que no es contra nosotros, por nosotros es.

9:41 ¶ Porque cualquiera que os diere un vaso de agua en mi nombre, porque sois del Cristo, de cierto os digo que no perderá su recompensa.

9:42 Y cualquiera que fuere piedra de tropiezo a uno de estos pequeñitos que creen en mí, mejor le fuera si se le atase una piedra de molino al cuello, y fuera echado en el mar.

9:43 Mas si tu mano te hace caer, córtala; mejor te es entrar a la vida manco, que teniendo dos manos ir a la Gehena, al fuego que no puede ser apagado;

9:44 donde su gusano no muere, y el fuego nunca se apaga.

9:45 Y si tu pie te hace caer, córtalo: mejor te es entrar a la vida cojo, que teniendo dos pies ser echado en la Gehena, al fuego que no puede ser apagado;

9:46 donde el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga.

9:47 Y si tu ojo te hace caer, sácalo: mejor te es entrar al Reino de Dios con un ojo, que teniendo dos ojos ser echado a la Gehena;

9:48 donde el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga.

9:49 Porque todo hombre  será salado con fuego, y todo sacrificio será salado con sal.

9:50 Buena es la sal; mas si la sal fuere desabrida, ¿con qué la adobaréis? Tened en vosotros mismos sal; y tened paz los unos con los otros.

 MARCOS

10:1 ¶ Y partiéndose de allí, vino a los términos de Judea y tras el Jordán; y volvió la multitud a juntarse a él; y les volvió a enseñar como acostumbraba.

10:2 Y llegándose los fariseos, le preguntaron, si era lícito al marido repudiar a su mujer, tentándolo.

10:3 Mas él respondiendo, les dijo: ¿Qué os mandó Moisés?

10:4 Y ellos dijeron: Moisés permitió escribir carta de divorcio, y repudiar.

10:5 Y respondiendo Jesús, les dijo: Por la dureza de vuestro corazón os escribió este mandamiento;

10:6 pero al principio de la creación, macho y hembra los hizo Dios.

10:7 Por esto (dice) dejará el hombre a su padre y a su madre, y se juntará a su mujer.

10:8 Y los que eran  dos, serán hechos una carne; así que no son más dos, sino una carne.

10:9 Pues lo que Dios juntó, no lo  aparte el hombre.

10:10 Y en casa volvieron los discípulos a preguntarle de lo mismo.

10:11 Y les dice: Cualquiera que repudiare a su mujer, y se casare con otra, comete adulterio contra ella;

10:12 y si la mujer repudiare a su marido y se casare con otro, comete adulterio.

10:13 ¶ Y le presentaban niños para que los tocase; y los discípulos reñían a los que los presentaban.

10:14 Y viéndolo Jesús, se enojó, y les dijo: Dejad los niños venir, y no se lo estorbéis; porque de los tales es el Reino de Dios.

10:15 De cierto os digo, que el que no recibiere el Reino de Dios como un niño, no entrará en él.

10:16 Y tomándolos en los brazos, poniendo las manos sobre ellos, los bendecía.

10:17 ¶ Y saliendo él para seguir su camino, vino  uno corriendo, e hincando la rodilla delante de él, le preguntó: Maestro bueno, ¿qué haré para poseer la vida eterna?

10:18 Y Jesús le dijo: ¿Por qué me dices bueno? Ninguno hay  bueno, sino sólo uno, Dios.

10:19 Los mandamientos sabes: No adulteres. No mates. No hurtes. No digas falso testimonio. No defraudes. Honra a tu padre y a tu madre.

10:20 El entonces respondiendo, le dijo: Maestro, todo esto he guardado desde mi juventud.

10:21 Entonces Jesús mirándole, le amó, y le dijo: Una cosa te falta: ve, vende todo lo que tienes, y da a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme, tomando tu madero (si quieres ser perfecto).

10:22 Mas él, entristecido por esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones.

10:23 Entonces Jesús, mirando alrededor, dice a sus discípulos: ¡Cuán difícilmente entrarán en el Reino de Dios los que tienen riquezas!

10:24 Y los discípulos se espantaron de sus palabras; mas Jesús respondiendo, les volvió a decir: ¡Hijos, cuán difícil es entrar en el Reino de Dios, los que confían en las riquezas!

10:25 Más fácil es pasar un cable por el ojo de una aguja, que el rico entrar en el Reino de Dios.

10:26 Mas ellos se espantaban más, diciendo dentro de sí: ¿Y quién podrá salvarse?

10:27 Entonces Jesús mirándolos, dice: Para los hombres es  imposible; mas para Dios, no; porque todas las  cosas son posibles para Dios.

10:28 Entonces Pedro comenzó a decirle: He aquí, nosotros hemos dejado todas las cosas, y te hemos seguido.

10:29 Y respondiendo Jesús, dijo: De cierto os digo, que no hay ninguno que haya dejado casa, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o heredades, por causa de mí y del Evangelio,

10:30 que no reciba cien tantos ahora en este tiempo, casas, y hermanos, y hermanas, y madres, e hijos, y heredades, con persecuciones; y en el siglo venidero la vida eterna.

10:31 Pero muchos primeros serán postreros, y postreros, primeros.

10:32 ¶ Y estaban en el camino subiendo a Jerusalén; y Jesús iba delante de ellos, y se espantaban, y le seguían con miedo; entonces volviendo a tomar a los doce aparte , les comenzó a decir las cosas que le habían de  acontecer:

10:33 He aquí subimos a Jerusalén, y el Hijo del hombre será entregado a los príncipes de los sacerdotes, y a los escribas, y le condenarán a muerte, y le entregarán a los gentiles;

10:34 y le escarnecerán, y le azotarán, y escupirán en él, y le matarán, mas al tercer día resucitará.

10:35 Entonces Jacobo y Juan, hijos de Zebedeo, se llegaron a él, diciendo: Maestro, querríamos que nos hagas lo que pidiéremos.

10:36 Y él les dijo: ¿Qué queréis que os haga?

10:37 Y ellos le dijeron: Danos que en tu gloria nos sentemos el uno a tu diestra, y el otro a tu siniestra.

10:38 Entonces Jesús les dijo: No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber el vaso que yo bebo, o ser bautizados del bautismo de que yo soy bautizado?

10:39 Y ellos dijeron: Podemos. Y Jesús les dijo: A la verdad, el vaso que yo bebo, beberéis; y del bautismo de que soy bautizado, seréis bautizados.

10:40 Mas que os sentéis a mi diestra y a mi siniestra, no es mío darlo, sino a quienes está aparejado.

10:41 Cuando lo  oyeron los diez, comenzaron a enojarse contra Jacobo y Juan.

10:42 Mas Jesús, llamándolos, les dice: Sabéis que los que se ven ser príncipes entre los gentiles, se enseñorean de ellos, y los que entre ellos son grandes, tienen sobre ellos potestad.

10:43 Mas no será así entre vosotros: antes cualquiera que quisiere hacerse grande entre vosotros, será vuestro servidor;

10:44 y cualquiera de vosotros que quisiere hacerse el primero, será siervo de todos.

10:45 Porque el Hijo del hombre tampoco vino para ser servido, mas para servir, y dar su vida en rescate por muchos.

10:46 ¶ Entonces vienen a Jericó; y saliendo él de Jericó y sus discípulos y una gran  multitud, Bartimeo el ciego, hijo de Timeo, estaba sentado junto al camino mendigando.

10:47 Y oyendo que era Jesús el Nazareno, comenzó a dar voces y decir: Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí.

10:48 Y muchos le reñían, que callase; mas él daba mayores voces: Hijo de David, ten misericordia de mí.

10:49 Entonces Jesús parándose, mandó llamarle; y llaman al ciego, diciéndole: Ten confianza; levántate, te llama.

10:50 El entonces, echando su capa, se levantó, y vino a Jesús.

10:51 Y respondiendo Jesús, le dice: ¿Qué quieres que te haga? Y el ciego le dice: Maestro, que reciba la vista.

10:52 Y Jesús le dijo: Ve, tu fe te ha salvado. Y luego recibió la vista, y seguía a Jesús en el camino.

 MARCOS

11:1 ¶ Y como fueron cerca de Jerusalén, de Betfagé, y de Betania, al monte de las Olivas, envía dos de sus discípulos,

11:2 Y les dice: Id al lugar que está delante de vosotros, y luego entrados en él, hallaréis un pollino atado, sobre el cual ningún hombre ha subido; desatadlo y traedlo.

11:3 Y si alguien os dijere: ¿Por qué hacéis eso? Decid que el Señor lo necesita; y luego lo enviará acá.

11:4 Y fueron, y hallaron el pollino atado a la puerta fuera, entre dos caminos; y le desataron.

11:5 Y unos de los que estaban allí, les dijeron: ¿Qué hacéis desatando el pollino?

11:6 Ellos entonces les dijeron como Jesús había mandado; y los dejaron.

11:7 Trajeron el pollino a Jesús, y echaron sobre él sus vestidos, y se sentó sobre él.

11:8 Y muchos tendían sus vestidos por el camino, y otros cortaban hojas de los árboles, y las tendían por el camino.

11:9 Y los que iban delante, y los que iban detrás, daban voces diciendo: ¡Hosanna! Bendito el que viene en el Nombre del Señor.

11:10 Bendito el Reino que viene en el Nombre del Señor de nuestro padre David: ¡Hosanna en las alturas!

11:11 Y entró el Señor en Jerusalén, y en el Templo; y habiendo mirado alrededor todas las cosas, y siendo ya tarde, se fue a Betania con los doce.

11:12 ¶ Al día siguiente, cuando salieron de Betania, tuvo hambre.

11:13 Y viendo de lejos una higuera que tenía hojas, vino a ver  si quizá hallaría en ella algo; pero cuando llegó a ella, nada halló sino hojas; porque no era tiempo de higos.

11:14 Entonces Jesús respondiendo, dijo a la higuera: Nunca más coma nadie fruto de ti para siempre. Y lo  oyeron sus discípulos.

11:15 Vienen, pues, a Jerusalén; y entrando Jesús en el Templo, comenzó a echar fuera a los que vendían y compraban en el Templo; y trastornó las mesas de los cambistas, y las sillas de los que vendían palomas;

11:16 y no consentía que alguien llevase vaso por el Templo.

11:17 Y les enseñaba diciendo: ¿No está escrito que mi Casa, Casa de oración será llamada por todas las naciones? Y vosotros la habéis hecho cueva de ladrones.

11:18 Y lo  oyeron los escribas y los príncipes de los sacerdotes, y procuraban cómo le matarían; porque le tenían miedo, porque toda la multitud estaba maravillada de su doctrina.

11:19 Pero al llegar la noche, Jesús salió de la Ciudad.

11:20 Y pasando por la mañana, vieron que la higuera se había secado desde las raíces.

11:21 Entonces Pedro acordándose, le dice: Maestro, he aquí la higuera que maldijiste, se ha secado.

11:22 Y respondiendo Jesús, les dice: Tened fe en Dios.

11:23 Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere a este monte: Quítate, y échate en el mar, y no dudare en su corazón, mas creyere que será hecho lo que dice, lo que dijere le será hecho.

11:24 Por tanto, os digo que todo lo que orando pidiereis, creed que lo recibiréis, y os vendrá.

11:25 Y cuando estuviereis orando, perdonad, si tenéis algo contra alguno, para que vuestro Padre que está  en los cielos os perdone también a vosotros vuestras ofensas.

11:26 Porque si vosotros no perdonareis, tampoco vuestro Padre que está  en los cielos os perdonará vuestras ofensas.

11:27 ¶ Y volvieron a Jerusalén; y andando él por el Templo, vienen a él los príncipes de los sacerdotes, y los escribas, y los ancianos;

11:28 Y le dicen: ¿Con qué facultad haces estas cosas? ¿Y quién te ha dado esta facultad para hacer estas cosas?

11:29 Y Jesús respondiendo entonces, les dice: Os preguntaré también yo una palabra; y respondedme, y os diré con qué facultad hago estas cosas.

11:30 El bautismo de Juan, ¿era del cielo, o de los hombres? Respondedme.

11:31 Entonces ellos pensaron dentro de sí, diciendo: Si dijéremos, del cielo, dirá: ¿Por qué, pues, no le creisteis?

11:32 Y si dijéremos, de los hombres, tememos al pueblo; porque todos juzgaban de Juan, que verdaderamente era profeta.

11:33 Y respondiendo, dicen a Jesús: No sabemos. Entonces respondiendo Jesús, les dice: Tampoco yo os diré con qué facultad hago estas cosas.

 MARCOS

12:1 ¶ Y comenzó a hablarles por parábolas: Plantó un hombre una viña, y la cercó con seto, y cavó un lagar, y edificó una torre, y la arrendó a labradores, y se fue lejos.

12:2 Y envió un siervo a los labradores, al tiempo, para que tomase de los labradores del fruto de la viña.

12:3 Mas ellos, tomándole, le hirieron, y le enviaron vacío.

12:4 Y volvió a enviarles otro siervo; mas apedreándole, le hirieron en la cabeza, y volvieron a enviarle afrentado.

12:5 Y volvió a enviar otro, y a aquel mataron; y a otros muchos, hiriendo a unos y matando a otros.

12:6 Teniendo pues aún un hijo suyo amado, lo envió también a ellos el postrero, diciendo: Tendrán en reverencia a mi hijo.

12:7 Mas aquellos labradores dijeron entre sí: Este es el heredero; venid, matémosle, y la heredad será nuestra.

12:8 Y prendiéndole, le mataron, y le  echaron fuera de la viña.

12:9 ¿Qué, pues, hará el señor de la viña? Vendrá, y destruirá a estos labradores, y dará su viña a otros.

12:10 ¿Ni aun esta Escritura habéis leído: La piedra que desecharon los que edificaban, Esta es puesta por cabeza de esquina;

12:11 Por el Señor es hecho esto, Y es cosa maravillosa en nuestros ojos?

12:12 Y procuraban prenderle, mas temían a la multitud; porque entendían que decía contra ellos aquella parábola; y dejándole, se fueron.

12:13 ¶ Y envían a él algunos de los fariseos y de los herodianos, para que le sorprendiesen en su  palabra.

12:14 Y viniendo ellos, le dicen: Maestro, ya  sabemos que eres hombre de verdad, y que no te cuidas de nadie; porque no miras a la  apariencia de hombres, antes con verdad enseñas el camino de Dios: ¿Es lícito dar  tributo a César, o no? ¿Daremos, o no daremos?

12:15 Entonces él, como entendía la hipocresía de ellos, les dijo: ¿Por qué me tentáis? Traedme la moneda para que la vea.

12:16 Y ellos se la trajeron y les dice: ¿De quién es esta imagen y esta inscripción? Y ellos le dijeron: De César.

12:17 Y respondiendo Jesús, les dijo: Pagad lo que es  de César a César; y lo que es  de Dios, a Dios. Y se maravillaron de ello.

12:18 ¶ Entonces vienen a él los saduceos, que dicen que no hay resurrección, y le preguntaron, diciendo:

12:19 Maestro, Moisés nos escribió, que si el hermano de alguno muriese, y dejase mujer, y no dejase hijos, que su hermano tome su mujer, y levante linaje a su hermano.

12:20 Fueron pues siete hermanos; y el primero tomó mujer, y muriendo, no dejó simiente;

12:21 y la tomó el segundo, y murió, y ni aquel tampoco dejó simiente; y el tercero, de la misma manera.

12:22 Y la tomaron los siete, y tampoco dejaron simiente; a la postre murió también la mujer.

12:23 En la resurrección, pues, cuando resucitaren, ¿de cuál de ellos será mujer? Porque los siete la tuvieron por mujer.

12:24 Entonces respondiendo Jesús, les dice: ¿No erráis por eso, porque no sabéis las Escrituras, ni la potencia de Dios?

12:25 Porque cuando resucitarán de los muertos, ni se casarán, ni maridos toman mujeres, ni mujeres maridos, mas son como los ángeles que están  en los cielos.

12:26 Y de los muertos que hayan de resucitar, ¿no habéis leído en el libro de Moisés cómo le habló Dios en la zarza, diciendo: Yo Soy el Dios de Abraham, y el Dios de Isaac, y el Dios de Jacob?

12:27 No es Dios de muertos, mas Dios de vivos; así que vosotros mucho erráis.

12:28 ¶ Y llegándose uno de los escribas, que los había oído disputar, y sabía que les había respondido bien, le preguntó: ¿Cuál es el principal mandamiento de todos?

12:29 Y Jesús le respondió: El principal mandamiento de todos es : Oye Israel, el Señor nuestro Dios; el Señor uno es.

12:30 Amarás pues al Señor tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y de todo tu pensamiento, y de todas tus fuerzas: este es el principal mandamiento.

12:31 Y el segundo es semejante a él: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que éstos.

12:32 Entonces el escriba le dijo: Bien, Maestro, verdad has dicho, que uno es Dios, y no hay otro fuera de él;

12:33 y que amarle de todo corazón, y de todo entendimiento, y de toda el alma, y de todas las fuerzas; y amar al prójimo como a sí mismo, más es que todos los holocaustos y sacrificios.

12:34 Jesús entonces, viendo que había respondido sabiamente, le dice: No estás lejos del Reino de Dios. Y ya ninguno osaba preguntarle.

12:35 ¶ Y respondiendo Jesús decía, enseñando en el Templo: ¿Cómo dicen los escribas que el Cristo es hijo de David?

12:36 Porque el mismo David dijo por el  Espíritu Santo: Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi diestra, hasta que ponga tus enemigos por estrado de tus pies.

12:37 Luego llamándole el mismo David, Señor, ¿de dónde, pues, es su hijo? Y muchas personas le oían de buena gana.

12:38 Y les decía en su doctrina: Guardaos de los escribas, que quieren andar con ropas largas, y aman  las salutaciones en las plazas,

12:39 y las primeras sillas en las sinagogas, y los primeros asientos en las cenas;

12:40 que devoran las casas de las viudas, y por pretexto hacen largas oraciones. Estos recibirán mayor juicio.

12:41 ¶ Y estando sentado Jesús delante del arca de la ofrenda, miraba cómo el pueblo echaba dinero en el arca; y muchos ricos echaban mucho.

12:42 Y como vino una viuda pobre, echó dos centavos, que es un cuadrante.

12:43 Entonces llamando a sus discípulos, les dice: De cierto os digo, que esta viuda pobre echó más que todos los que han echado en el arca;

12:44 porque todos han echado de lo que les sobra; mas ésta, de su pobreza echó todo lo que tenía, todo su alimento.

 MARCOS

13:1 ¶ Y saliendo del Templo, le dice uno de sus discípulos: Maestro, mira qué piedras, y qué edificios.

13:2 Y Jesús respondiendo, le dijo: ¿Ves estos grandes edificios? No quedará piedra sobre piedra que no sea derribada.

13:3 Y sentándose en el Monte de las Olivas delante del Templo, le preguntaron aparte Pedro y Jacobo y Juan y Andrés:

13:4 Dinos, ¿cuándo serán estas cosas? ¿Y qué señal habrá  cuando todas las cosas han de ser acabadas?

13:5 ¶ Y Jesús respondiéndoles, comenzó a decir: Mirad, que nadie os engañe.

13:6 Porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo Soy el Cristo ; y engañarán a muchos.

13:7 Mas cuando oyereis de guerras y de rumores de guerras no os turbéis, porque conviene hacerse así ; mas aún no será  el fin.

13:8 Porque gente se levantará contra gente, y reino contra reino; y habrá terremotos en cada lugar, y habrá hambres y alborotos; principios de dolores serán  éstos.

13:9 Mas vosotros mirad por vosotros; porque os entregarán en los  concilios, y en las  sinagogas seréis azotados; y delante de gobernadores y de reyes seréis llamados por causa de mí, por testimonio a ellos.

13:10 Y a todos los gentiles conviene que el evangelio sea predicado antes.

13:11 Y cuando os trajeren para  entregaros, no premeditéis qué habéis de decir, ni lo  penséis; mas lo que os fuere dado en aquella hora, eso hablad; porque no sois vosotros los que habláis, sino el Espíritu Santo.

13:12 Y entregará a la muerte el hermano al hermano, y el padre al hijo; y se levantarán los hijos contra los padres, y los matarán.

13:13 Y seréis aborrecidos de todos por mi nombre; MAS EL QUE PERSEVERARE HASTA EL FIN, ESTE SERA SALVO.

13:14 ¶ Pero cuando viereis la abominación de asolamiento, (que fue dicha por el profeta Daniel,) que estará donde no debe, el que lee, entienda, entonces los que estuvieren  en Judea huyan a los montes;

13:15 y el que estuviere  sobre la casa, no descienda a la casa, ni entre para tomar algo de su casa;

13:16 y el que estuviere en el campo, no vuelva atrás ni aun  a tomar su capa.

13:17 Mas ¡ay de las que estén encinta, y de las que criaren en aquellos días!

13:18 Orad pues, que no acontezca vuestra huida en invierno. (o en sábado.)

13:19 Porque aquellos días serán de aflicción, cual nunca fue desde el principio de la creación de las cosas  que creó Dios, hasta este tiempo, ni será.

13:20 Y si el Señor no hubiese acortado aquellos días, ninguna carne se salvaría; mas por causa de los escogidos, que él escogió, acortó aquellos días.

13:21 Y entonces si alguno os dijere: He aquí, aquí está el Cristo; o, He aquí, allí está , no le  creáis.

13:22 Porque se levantarán falsos Cristos y falsos profetas; y darán señales y prodigios, para engañar, si se pudiese hacer, aun a los escogidos.

13:23 Mas vosotros mirad; he aquí os lo he dicho antes todo.

13:24 ¶ Pero en aquellos días, después de aquella aflicción, el sol se obscurecerá, y la luna no dará su resplandor.

13:25 Y las estrellas caerán del cielo, y las virtudes que están  en los cielos serán conmovidas;

13:26 y entonces verán al Hijo del hombre, que vendrá en las nubes con mucha potestad y gloria.

13:27 Y entonces enviará sus ángeles, y juntará sus escogidos de los cuatro vientos, desde el cabo de la tierra hasta el cabo del cielo.

13:28 ¶ De la higuera aprended la semejanza: Cuando su rama ya se hace tierna, y brota hojas, conocéis que el verano está cerca.

13:29 Así también vosotros, cuando viereis hacerse estas cosas, conoced que está cerca, a las puertas.

13:30 De cierto os digo que no pasará esta generación, que todas estas cosas no sean hechas.

13:31 El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.

13:32 Pero de aquel día y de la hora, nadie sabe; ni aun los ángeles que están en el cielo, ni el mismo Hijo, sino sólo el Padre.

13:33 Mirad, velad y orad; porque no sabéis cuándo será el tiempo.

13:34 Como el hombre que yéndose lejos, dejó su casa, y dio a sus siervos su hacienda, y a cada uno su cargo, y al portero mandó que velase.

13:35 Velad pues, porque no sabéis cuándo el Señor de la casa vendrá; si  a la tarde, o a la medianoche, o al canto del gallo, o a la mañana;

13:36 para que cuando viniere de repente, no os halle durmiendo.

13:37 Y las cosas que a vosotros digo, a todos las  digo: Velad.

 MARCOS

14:1 ¶ Y dos días después era la Pascua y los días de  los panes sin levadura; y procuraban los príncipes de los sacerdotes y los escribas cómo le prenderían por engaño, y le matarían.

14:2 Y decían: No en el día de la fiesta, para que no se haga alboroto del pueblo.

14:3 Y estando él en Betania, en casa de Simón el leproso, y sentado a la mesa, vino una mujer teniendo un alabastro de ungüento de nardo espique de mucho precio; y quebrando el alabastro, se lo derramó sobre su cabeza.

14:4 Y hubo algunos que se enojaron dentro de sí, y dijeron: ¿Para qué se ha hecho este desperdicio de ungüento?

14:5 Porque podía esto ser vendido por más de trescientos denarios, y darse a los pobres. Y murmuraban contra ella.

14:6 Mas Jesús dijo: Dejadla; ¿por qué la fatigáis? Buena obra me ha hecho;

14:7 que siempre tendréis los pobres con vosotros, y cuando quisiereis les podréis hacer bien; mas a mí no siempre me  tendréis.

14:8 Esta ha hecho lo que podía; porque se ha anticipado a ungir mi cuerpo para la sepultura.

14:9 De cierto os digo que dondequiera que fuere predicado este Evangelio en todo el mundo, también esto que ha hecho ésta, será dicho para memoria de ella.

14:10 Entonces Judas Iscariote, uno de los doce, vino a los príncipes de los sacerdotes, para entregárselo.

14:11 Y ellos oyéndolo se alegraron, y prometieron que le darían dinero. Y buscaba oportunidad de  cómo le entregaría.

14:12 ¶ Y el primer día de la fiesta  de los panes sin levadura, cuando sacrificaban la Pascua, sus discípulos le dicen: ¿Dónde quieres que vayamos a disponer para que comas la pascua?

14:13 Y envía dos de sus discípulos, y les dice: Id a la ciudad, y os encontrará un hombre que lleva un cántaro de agua; seguidle;

14:14 y donde entrare, decid al padre de familia: El Maestro dice: ¿Dónde está el aposento donde he de comer la Pascua con mis discípulos?

14:15 Y él os mostrará un gran cenáculo ya preparado; aderezad para nosotros allí.

14:16 Y fueron sus discípulos, y vinieron a la ciudad, y hallaron como les había dicho; y aderezaron la Pascua.

14:17 Y llegada la tarde, fue con los doce.

14:18 Y cuando se sentaron a la mesa y comieron, dijo Jesús: De cierto os digo que uno de vosotros, que come conmigo, me ha de entregar.

14:19 Entonces ellos comenzaron a entristecerse, y a decirle cada uno por sí, por ventura: ¿Seré  yo? Y el otro: ¿Seré  yo?

14:20 Y él respondiendo les dijo: Es  uno de los doce que moja conmigo en el plato.

14:21 A la verdad el Hijo del hombre va, como está de él escrito; pero ¡ay de aquel hombre por quien el Hijo del hombre es entregado! Bueno le fuera a aquel hombre si nunca hubiera nacido.

14:22 Y estando ellos comiendo, tomó Jesús pan, y bendiciendo, partió y les dio, y dijo: Tomad, comed, esto es mi cuerpo.

14:23 Y tomando el vaso, habiendo hecho gracias, les dio; y bebieron de él todos.

14:24 Y les dice: Esto es mi sangre del Nuevo Testamento, que por muchos es derramada.

14:25 De cierto os digo que no beberé más del fruto de la vid, hasta aquel día, cuando lo beberé nuevo en el Reino de Dios.

14:26 Y cuando hubieron cantado el himno, se salieron al Monte de las Olivas.

14:27 Jesús entonces les dice: Todos seréis escandalizados en mí esta noche; porque escrito está: Heriré al pastor, y serán derramadas las ovejas.

14:28 Mas después que haya resucitado, iré delante de vosotros a Galilea.

14:29 Entonces Pedro le dijo: Aunque todos sean escandalizados, yo no.

14:30 Y le dice Jesús: De cierto te digo hoy, en  esta noche, antes que el gallo haya cantado dos veces, tú me negarás tres veces.

14:31 Mas él con mayor porfía decía: Si me fuere menester morir contigo, no te negaré. También todos decían lo mismo.

14:32 ¶ Y vienen al lugar que se llama Getsemaní, y dice a sus discípulos: Sentaos aquí, entre tanto que yo  oro.

14:33 Y toma consigo a Pedro y a Jacobo y a Juan, y comenzó a atemorizarse, y a angustiarse.

14:34 Y les dice: Está muy triste mi alma, hasta la muerte; esperad aquí y velad.

14:35 Y yéndose un poco adelante, se postró en tierra, y oró, que si fuese posible, pasase de él aquella hora,

14:36 Y decía: Abba, Padre, todas las cosas son a ti posibles; traspasa de mí este vaso; mas no lo que yo quiero, sino lo que tú.

14:37 Y vino y los halló durmiendo; y dice a Pedro: ¿Simón, duermes? ¿No has podido velar una hora?

14:38 Velad y orad, no entréis en tentación; el espíritu a la verdad es  presto, mas la carne enferma.

14:39 Y volviéndose a ir, oró, y dijo las mismas palabras.

14:40 Y vuelto, los halló otra vez durmiendo, porque los ojos de ellos estaban cargados; y no sabían qué responderle.

14:41 Y vino la tercera vez, y les dice: Dormid ya y descansad. Basta, la hora es venida; he aquí, el Hijo del hombre es entregado en manos de los pecadores.

14:42 Levantaos, vamos; he aquí, el que me entrega está cerca.

14:43 ¶ Y luego, aún hablando él, vino Judas, que era uno de los doce, y con él una multitud con espadas y palos, de parte de los príncipes de los sacerdotes, y de los escribas y de los ancianos.

14:44 Y el que le entregaba les había dado señal común, diciendo: Al que yo besare, aquel es: prendedle, y llevadle con seguridad.

14:45 Y como vino, se acercó luego a él, y le dijo: Maestro, Maestro. Y le besó.

14:46 Entonces ellos echaron en él sus manos, y le prendieron.

14:47 Y uno de los que estaban allí, sacando la espada, hirió al siervo del sumo sacerdote; y le cortó la oreja.

14:48 Y respondiendo Jesús, les dijo: ¿Cómo a ladrón habéis salido con espadas y con palos a tomarme?

14:49 Cada día estaba con vosotros enseñando en el Templo, y no me tomasteis; pero es así, para que se cumplan las Escrituras.

14:50 Entonces dejándole todos sus discípulos , huyeron.

14:51 Pero un joven le seguía cubierto de una sábana sobre el cuerpo  desnudo; y los mancebos le prendieron;

14:52 mas él, dejando la sábana, huyó de ellos desnudo.

14:53 ¶ Y trajeron a Jesús al sumo sacerdote; y se juntaron a él todos los príncipes de los sacerdotes y los ancianos y los escribas.

14:54 Pero Pedro le siguió de lejos hasta dentro del patio del sumo sacerdote; y estaba sentado con los servidores, y calentándose al fuego.

14:55 Y los príncipes de los sacerdotes y todo el concilio buscaban algún  testimonio contra Jesús, para entregarle a la muerte; pero no lo hallaban.

14:56 Porque muchos decían falso testimonio contra él; mas sus testimonios no concertaban.

14:57 Entonces levantándose unos, dieron falso testimonio contra él, diciendo:

14:58 Nosotros le hemos oído decir: Yo derribaré este Templo, que es hecho de manos, y en tres días edificaré otro hecho sin manos.

14:59 Mas ni aun así se concertaba el testimonio de ellos.

14:60 Entonces el sumo sacerdote, levantándose en medio, preguntó a Jesús, diciendo: ¿No respondes algo? ¿Qué atestiguan éstos contra ti?

14:61 Mas él callaba, y nada respondía. El sumo sacerdote le volvió a preguntar, y le dijo: ¿Eres tú el Cristo, el  Hijo del Bendito?

14:62 Y Jesús le dijo: YO SOY; y veréis al Hijo del hombre sentado a la diestra de la Potencia de Dios , y viniendo en las nubes del cielo.

14:63 Entonces el sumo sacerdote, rasgando sus vestidos, dijo: ¿Qué más necesidad tenemos de testigos?

14:64 Habéis oído la blasfemia: ¿qué os parece? Y todos ellos le condenaron ser culpado de muerte.

14:65 Y algunos comenzaron a escupir en él, y cubrir su rostro, y a darle bofetadas, y decirle: Profetiza. Y los servidores le herían de bofetadas.

14:66 ¶ Y estando Pedro en el palacio abajo, vino una de las criadas del sumo sacerdote;

14:67 y cuando vio a Pedro que se calentaba, mirándole, dice: Y tú con Jesús el Nazareno estabas.

14:68 Mas él negó, diciendo: No lo  conozco, ni sé lo que dices. Y se salió fuera a la entrada; y cantó el gallo.

14:69 Y la criada viéndole otra vez, comenzó a decir a los que estaban allí: Este es de ellos.

14:70 Mas él negó otra vez. Y poco después, los que estaban allí dijeron otra vez  a Pedro: Verdaderamente  eres de ellos; porque eres Galileo, y tu habla es semejante.

14:71 Y él comenzó a maldecir y a jurar: No conozco a este hombre de quien habláis.

14:72 Y el gallo cantó la segunda vez; y Pedro se acordó de las palabras que Jesús le había dicho: Antes que el gallo cante dos veces, me negarás tres veces. Y pensando en esto, lloraba.

 MARCOS

15:1 ¶ Y luego por la mañana, habiendo tenido consejo los príncipes de los sacerdotes con los ancianos, y con los escribas, y con todo el concilio, llevaron a Jesús atado, y le entregaron a Pilato.

15:2 Y Pilato le preguntó: ¿Eres tú el Rey de los Judíos? Y respondiendo él, le dijo: Tú lo  dices.

15:3 Y los príncipes de los sacerdotes le acusaban mucho.

15:4 Y le preguntó otra vez Pilato, diciendo: ¿No respondes algo? Mira de cuántas cosas te acusan.

15:5 Mas Jesús ni aun con eso respondió; de modo  que Pilato se maravillaba.

15:6 Pero en el día de la fiesta les soltaba un preso, cualquiera que pidiesen.

15:7 Y había uno, que se llamaba Barrabás, preso con sus compañeros de motín que habían hecho muerte en una revuelta.

15:8 Y la multitud, dando voces, comenzó a pedir que hiciera  como siempre les había hecho.

15:9 Y Pilato les respondió, diciendo: ¿Queréis que os suelte al Rey de los Judíos?

15:10 Porque conocía que por envidia le habían entregado los príncipes de los sacerdotes.

15:11 Mas los príncipes de los sacerdotes incitaron a la multitud, que les soltase antes a Barrabás.

15:12 Y respondiendo Pilato, les dice otra vez: ¿Qué pues queréis que haga del que llamáis Rey de los Judíos?

15:13 Y ellos volvieron a dar voces: Cuélguenlo de un madero.

15:14 Mas Pilato les decía: ¿Pues qué mal ha hecho? Y ellos daban más voces: Cuélguenlo de un madero.

15:15 ¶ Y Pilato, queriendo satisfacer al pueblo, les soltó a Barrabás, y entregó a Jesús, después de azotarle, para que fuese colgado de un madero.

15:16 Entonces los soldados le llevaron dentro del patio, es a saber al Pretorio; y convocan toda la cuadrilla.

15:17 Y le vistieron de púrpura; y poniéndole una corona tejida de espinas,

15:18 Comenzaron luego  a saludarle: ¡Salve, Rey de los Judíos!

15:19 Y le herían su cabeza con una caña, y escupían en él, y le adoraban hincadas las rodillas.

15:20 Y cuando le hubieron escarnecido, le desnudaron la ropa de  púrpura, y le vistieron sus propios vestidos, y le sacaron para colgarle del madero.

15:21 Y cargaron a uno que pasaba, (Simón Cireneo, padre de Alejandro y de Rufo, que venía del campo), para que llevase su madero.

15:22 ¶ Y le llevaron al lugar de Gólgota, que declarado quiere decir: Lugar de la Calavera.

15:23 Y le dieron a beber vino mezclado con mirra; mas él no lo tomó.

15:24 Y cuando le hubieron colgado del madero, repartieron sus vestidos echando suertes sobre ellos, qué llevaría cada uno.

15:25 Y era la hora de las tres cuando le colgaron del madero.

15:26 Y el título escrito de su causa era: EL REY DE LOS JUDIOS.

15:27 Y colgaron de maderos con él dos ladrones, uno a su mano derecha, y el otro a su mano izquierda.

15:28 Y se cumplió la Escritura, que dice: Y con los inicuos fue contado.

15:29 Y los que pasaban le denostaban, meneando sus cabezas, y diciendo: ¡Ah! Tú que derribas el Templo de Dios, y en tres días lo  edificas,

15:30 sálvate a ti mismo, y desciende del madero.

15:31 Y de esta manera también los príncipes de los sacerdotes escarneciendo, decían unos a otros, con los escribas: A otros salvó, a sí mismo no se  puede salvar.

15:32 El Cristo, Rey de Israel, descienda ahora del madero, para que veamos y creamos. También los que estaban colgados de maderos con él le denostaban.

15:33 ¶ Y cuando vino la hora sexta, fueron hechas tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena.

15:34 Y a la hora novena, exclamó Jesús a gran voz, diciendo: Eloi, Eloi, ¿lama sabactani? Que declarado, quiere decir: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?

15:35 Y oyéndole unos de los que estaban allí , decían: He aquí, llama a Elías.

15:36 Y corrió uno, y empapando una esponja en vinagre, y poniéndola en una caña, le dio a beber, diciendo: Dejad, veamos si vendrá Elías a quitarle.

15:37 Mas Jesús, dando una grande voz, expiró.

15:38 Entonces el velo del Templo se rasgó en dos, de alto abajo.

15:39 Y el centurión que estaba delante de él, viendo que había expirado así clamando, dijo: Verdaderamente este hombre era el Hijo de Dios.

15:40 Y también estaban algunas  mujeres mirando de lejos; entre las cuales estaba María Magdalena, y María la madre de Jacobo el menor y de José, y Salomé;

15:41 las cuales, estando aún él en Galilea, le habían seguido, y le servían; y otras muchas que juntamente con él habían subido a Jerusalén.

15:42 ¶ Y cuando fue la tarde, porque era la preparación, es decir, la víspera del sábado,

15:43 José de Arimatea, senador noble, que también esperaba el Reino de Dios, vino, y osadamente entró a Pilato, y pidió el cuerpo de Jesús.

15:44 Y Pilato se maravilló que ya fuese muerto; y haciendo venir al centurión, le preguntó si era ya muerto.

15:45 Y enterado del centurión, dio el cuerpo a José.

15:46 El cual compró una sábana, y quitándole, le envolvió en la sábana, y le puso en un sepulcro que estaba cavado en una peña, y revolvió la piedra a la puerta del sepulcro.

15:47 Y María Magdalena, y María madre  de José, miraban donde era puesto.

 MARCOS

16:1 ¶ Cuando pasó el sábado de la gran fiesta de la Pascua , María Magdalena, y María madre de Jacobo, y Salomé, habían comprado drogas  aromáticas, para venir a ungirle.

16:2 Y muy de mañana, el primero de los sábados, vienen al sepulcro, ya salido el sol.

16:3 Y decían entre sí: ¿Quién nos revolverá la piedra de la puerta del sepulcro?

16:4 Cuando miraron, ven la piedra revuelta; que era muy grande.

16:5 Y entradas en el sepulcro, vieron un joven sentado a la mano derecha, cubierto de una larga ropa blanca; y se espantaron.

16:6 Más él les dijo: No os asustéis: buscáis a Jesús Nazareno a quien  colgaron del madero; resucitado es, no está aquí; he aquí el lugar donde le pusieron.

16:7 Pero id, decid a sus discípulos y a Pedro, que él va delante de vosotros a Galilea; allí le veréis, como os dijo.

16:8 Y ellas se fueron huyendo del sepulcro; porque les había tomado temblor y espanto; ni decían nada a nadie, porque tenían miedo.

16:9 ¶ Mas como Jesús resucitó por la mañana, el primero de los sábados, apareció primeramente a María Magdalena, de la cual había echado siete demonios.

16:10 Yendo ella, lo hizo saber a los que habían estado con él, que estaban  tristes y llorando.

16:11 Y ellos como oyeron que vivía, y que había sido visto de ella, no lo creyeron.

16:12 Mas después apareció en otra forma a dos de ellos que iban caminando, yendo a la aldea.

16:13 Y ellos fueron, y lo hicieron saber a los otros; y  ni aun a ellos creyeron.

16:14 ¶ Finalmente se apareció a los once, estando sentados a la mesa, y les censuró su incredulidad y dureza de corazón, que no hubiesen creído a los que le habían visto resucitado.

16:15 Y les dijo: Id por todo el mundo; y  predicad el Evangelio a toda criatura.

16:16 El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.

16:17 Y estas señales seguirán a los que creyeren: En mi Nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas;

16:18 quitarán serpientes; y si bebieren cosa mortífera, no les dañará; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán.

16:19 ¶ Y el Señor, después que les habló, fue recibido arriba al cielo, y se sentó a la diestra de Dios.

16:20 Y ellos, saliendo, predicaron en todas partes, obrando con ellos el Señor, y confirmando la Palabra con las señales que se seguían. Amén .

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