Sagradas Escrituras 1569
CANTARES
1:1 ¶ Canción de canciones, la cual es de Salomón.
1:2 ¶ ¡Oh!, si él me besara con besos de su boca! Porque mejores son tus amores que el vino.
1:3 Por el olor de tus suaves ungüentos (Ungüento derramado es tu nombre), por eso las doncellas te amaron.
1:4 Atráeme en pos de ti, correremos. El rey me ha metido en sus cámaras; nos gozaremos y alegraremos en ti; acordarémonos de tus amores más que del vino. Los rectos te aman.
1:5 Morena soy, oh hijas de Jerusalén, mas codiciable; como las cabañas de Cedar, como las tiendas de Salomón.
1:6 No miréis en que soy morena, porque el sol me miró. Los hijos de mi madre se airaron contra mí, me hicieron guarda de viñas; y mi viña, que era mía, no guardé.
1:7 ¶ Hazme saber, o tú a quien ama mi alma, dónde apacientas, dónde sesteas tu rebaño al medio día; pues, ¿por qué había yo de estar como vagueando tras los rebaños de tus compañeros?
1:8 Si tú no lo sabes, oh hermosa entre las mujeres, sal, yéndote por las huellas del rebaño, y apacienta tus cabritas junto a las cabañas de los pastores.
1:9 A yegua de los carros de Faraón te he comparado, amiga mía.
1:10 Hermosas son tus mejillas entre los zarcillos, tu cuello entre los collares.
1:11 Zarcillos de oro te haremos, con clavos de plata.
1:12 ¶ Mientras que el rey estaba en su reclinatorio, mi nardo dio su olor.
1:13 Mi amado es para mí un manojito de mirra, que reposa entre mis pechos.
1:14 Racimo de alcanfor en las viñas de En-gadi es para mí mi amado.
1:15 He aquí que tú eres hermosa, oh compañera mía; he aquí que eres hermosa; tus ojos de paloma.
1:16 He aquí que tú eres hermoso, oh amado mío, y suave; nuestro lecho también florido.
1:17 Las vigas de nuestras casas son de cedro, y de hayas los artesonados.
2:1 ¶ Yo soy el Lirio del campo (de Sarón ), y la rosa de los valles.
2:2 Como el lirio entre las espinas, así es mi amiga entre las doncellas.
2:3 ¶ Como el manzano entre los árboles silvestres, así es mi amado entre los hijos; bajo su sombra deseé sentarme , y su fruto fue dulce en mi paladar.
2:4 Me llevó a la cámara del vino, y puso su bandera de amor sobre mí.
2:5 Sustentadme con frascos de vino , esforzadme con manzanas; porque estoy enferma de amor.
2:6 Su izquierda esté debajo de mi cabeza, y su derecha me abrace.
2:7 Yo os conjuro, oh doncellas de Jerusalén, por las gamas y por las ciervas del campo, que no despertéis ni hagáis velar al amor hasta que él quiera.
2:8 ¶ ¡La voz de mi amado! He aquí él viene saltando sobre los montes, brincando sobre los collados.
2:9 Mi amado es semejante al gamo, o al cabrito de los ciervos. Helo aquí, está tras nuestra pared, mirando por las ventanas, mostrándose por las rejas.
2:10 Mi amado habló, y me dijo: Levántate, oh compañera mía, hermosa mía, y vente.
2:11 Porque he aquí ha pasado el invierno, se ha mudado, la lluvia se fue;
2:12 se han mostrado las flores en la tierra, el tiempo de la canción es venido, y en nuestra tierra se ha oído la voz de la tórtola;
2:13 la higuera ha echado sus higos, y las vides en cierne dieron olor; levántate, oh compañera mía, hermosa mía, y vente.
2:14 ¶ Paloma mía, que estás en los agujeros de la peña, en lo escondido de la escalera, muéstrame tu vista, hazme oír tu voz; porque tu voz es dulce, y tu vista hermosa.
2:15 Cazadnos las zorras, las zorras pequeñas, que echan a perder las viñas; porque nuestras viñas están en cierne.
2:16 Mi amado es mío, y yo suya; el apacienta entre lirios.
2:17 Hasta que apunte el día, y huyan las sombras, vuélvete, amado mío; sé semejante al gamo, o al cabrito de los ciervos, sobre los montes de Beter.
3:1 ¶ Por las noches busqué en mi cama al que ama mi alma; lo busqué, y no lo hallé.
3:2 Me levantaré ahora, y rodearé por la ciudad; por las calles y por las plazas buscaré al que ama mi alma; lo busqué, y no lo hallé.
3:3 Me hallaron los guardas que rondan la ciudad, y les dije: ¿Habéis visto al que ama mi alma?
3:4 Pasando de ellos un poco, hallé luego al que mi alma ama; trabé de él, y no lo dejé, hasta que lo metí en casa de mi madre, y en la cámara de la que me dio a luz.
3:5 Yo os conjuro, oh doncellas de Jerusalén, por las gamas y por las ciervas del campo, que no despertéis ni hagáis velar al amor, hasta que él quiera.
3:6 ¶ ¿Quién es ésta que sube del desierto como varas de humo, sahumada de mirra y de incienso, y de todos los polvos aromáticos?
3:7 ¶ He aquí es la cama de Salomón; sesenta fuertes la rodean, de los fuertes de Israel.
3:8 Todos ellos tienen espadas, diestros en la guerra; cada uno su cuchillo sobre su muslo, por los temores de la noche.
3:9 El rey Salomón se hizo un tálamo de madera del Líbano.
3:10 Sus columnas hizo de plata, su solado de oro, su cielo de grana, su interior enlosado de amor, por las doncellas de Jerusalén.
3:11 Salid, oh doncellas de Sion, y ved al rey Salomón con la corona con que le coronó su madre el día de su desposorio, y el día del gozo de su corazón.
4:1 ¶ He aquí que tú eres hermosa, oh compañera mía, he aquí que tú eres hermosa; tus ojos entre tus guedejas como de paloma; tus cabellos como manada de cabras, que se muestran desde el monte de Galaad.
4:2 Tus dientes, como manadas de trasquiladas ovejas , que suben del lavadero, todas con crías mellizas, y ninguna entre ellas estéril.
4:3 Tus labios, como un hilo de grana, y tu habla hermosa; tus sienes, como cachos de granada a la parte adentro de tus guedejas.
4:4 Tu cuello, como la torre de David, edificada para enseñar; mil escudos están colgados de ella, todos escudos de valientes.
4:5 Tus dos pechos, como dos cabritos mellizos de gama, que son apacentados entre los lirios.
4:6 Hasta que apunte el día y huyan las sombras, me iré al monte de la mirra, y al collado del incienso.
4:7 Toda tú eres hermosa, oh compañera mía y en ti no hay mancha.
4:8 ¶ Conmigo del Líbano, oh esposa, conmigo vendrás del Líbano; mirarás desde la cumbre de Amana, desde la cumbre de Senir y de Hermón; desde las guaridas de los leones, desde los montes de los tigres.
4:9 Prendiste mi corazón, hermana, esposa mía; has preso mi corazón con uno de tus ojos, con una gargantilla de tu cuello.
4:10 ¡Cuán hermosos son tus amores, hermana, esposa mía! ¡Cuánto mejores que el vino tus amores, y el olor de tus ungüentos que todas las especias aromáticas!
4:11 Panal de miel destilan tus labios, oh esposa; miel y leche hay debajo de tu lengua; y el olor de tus vestidos como el olor del Líbano.
4:12 Huerto cerrado eres , oh hermana, esposa mía; fuente cerrada, fuente sellada.
4:13 Tus renuevos paraíso de granados, con frutos suaves, de alcanfor y nardos,
4:14 Nardo y azafrán, caña aromática y canela, con todos los árboles de incienso; mirra y áloes, con todas las principales especias.
4:15 ¶ Fuente de huertos, pozo de aguas vivas, que corren del Líbano.
4:16 Levántate, aquilón, y ven, Austro; sopla mi huerto, despréndanse sus aromas. venga mi amado a su huerto, y coma de su dulce fruta.
5:1 ¶ Yo vine a mi huerto, oh hermana, esposa mía; he cogido mi mirra y mis aromas; he comido mi panal y mi miel, mi vino y mi leche he bebido. Comed, amigos; bebed, amados, y embriagaos.
5:2 ¶ Yo duermo, pero mi corazón vela por la voz de mi amado que toca a la puerta : Abreme, hermana mía, compañera mía, paloma mía, perfecta mía; porque mi cabeza está llena de rocío, mis cabellos de las gotas de la noche.
5:3 Me he desnudado mi ropa; ¿cómo la tengo de vestir? He lavado mis pies; ¿cómo los tengo de ensuciar?
5:4 Mi amado metió su mano por el agujero, y mis entrañas se conmovieron dentro de mí.
5:5 Yo me levanté para abrir a mi amado, y mis manos gotearon mirra, y mis dedos mirra que corría sobre las aldabas del candado.
5:6 Abrí yo a mi amado; mas mi amado se había ido, había ya pasado; y tras su hablar salió mi alma: lo busqué, y no lo hallé; lo llamé, y no me respondió.
5:7 Me hallaron los guardas que rondan la ciudad; me golpearon, me hirieron, me quitaron mi manto de encima los guardas de los muros.
5:8 Yo os conjuro, oh doncellas de Jerusalén, si hallareis a mi amado, que le hagáis saber cómo de amor estoy enferma.
5:9 ¶ ¿Qué es tu amado más que los otros amados, oh la más hermosa de todas las mujeres? ¿Qué es tu amado más que los otros amados, que así nos conjuras?
5:10 Mi amado es blanco y rubio, señalado entre diez mil.
5:11 Su cabeza, como , oro finísimo; sus cabellos crespos, negros como el cuervo.
5:12 Sus ojos, como palomas junto a los arroyos de las aguas, que se lavan con leche; como palomas que están junto a la abundancia.
5:13 Sus mejillas, como una era de especias aromáticas, como fragantes flores; sus labios, como lirios que destilan mirra que trasciende.
5:14 Sus manos, como anillos de oro engastados de jacintos; su vientre, como blanco marfil cubierto de zafiros.
5:15 Sus piernas, como columnas de mármol fundadas sobre basas de fino oro; su vista como el Líbano, escogido como los cedros.
5:16 Su paladar, dulcísimo: y todo él codiciable. Tal es mi amado, tal es mi compañero, oh doncellas de Jerusalén.
6:1 ¶ ¿Donde se ha ido tu amado, oh la más hermosa de todas las mujeres? ¿Adónde se apartó tu amado, y le buscaremos contigo?
6:2 Mi amado descendió a su huerto, a las eras de las especias, para apacentar en los huertos, y para coger los lirios.
6:3 Yo soy de mi amado, y mi amado es mío; el apacienta entre los lirios.
6:4 ¶ Hermosa eres tú, oh compañera mía, como Tirsa; de desear, como Jerusalén; imponente como un ejército con banderas.
6:5 Aparta tus ojos de delante de mí, porque ellos me vencieron. Tu cabello es como manada de cabras, que se muestran en Galaad.
6:6 Tus dientes, como manada de ovejas que suben del lavadero, todas con crías mellizas, y estéril no hay entre ellas.
6:7 Como cachos de granada son tus sienes entre tus guedejas.
6:8 Sesenta son las reinas, y ochenta las concubinas, y las doncellas vírgenes sin número;
6:9 mas una es la paloma mía, la perfecta mía; única es a su madre, escogida a la que la dio a luz. La vieron las doncellas, y la llamaron bienaventurada; las reinas y las concubinas, y la alabaron.
6:10 ¿Quién es ésta que se muestra como el alba, hermosa como la luna, esclarecida como el sol, imponente como un ejército con banderas?
6:11 ¶ Al huerto de los nogales descendí a ver los frutos del valle, y para ver si florecían las vides, si florecían los granados.
6:12 No se; mi alma me ha hecho devolver como los carros de Aminadab.
6:13 Vuélvete, vuélvete, oh sulamita; vuélvete, vuélvete, y te miraremos. ¿Qué veréis en la sulamita? Ella será como una multitud de tabernáculos.
7:1 ¶ ¡Cuán hermosos son tus pies en los calzados, oh hija de príncipe! Los contornos de tus muslos son como joyas, obra de mano de excelente maestro.
7:2 Tu ombligo, como una taza redonda, que no le falta bebida. Tu vientre, como montón de trigo, cercado de lirios.
7:3 Tus dos pechos, como gemelos de gama.
7:4 Tu cuello, como torre de marfil; tus ojos, como las pesqueras de Hesbón junto a la puerta de Bat-rabim; tu nariz, como la torre del Líbano, que mira hacia Damasco.
7:5 Tu cabeza encima de ti, como la grana; y el cabello de tu cabeza, como la púrpura del rey ligada en los corredores.
7:6 ¡Qué hermosa eres, y cuán suave, oh amor deleitoso!
7:7 Tu estatura es semejante a la palma, y tus pechos a los racimos!
7:8 Yo dije: Subiré a la palma, asiré sus ramos. Y tus pechos serán ahora como racimos de vid, y el aliento de tu nariz como de manzanas;
7:9 y tu paladar como el buen vino, que se entra a mi amado suavemente, y hace hablar los labios de los que duermen.
7:10 ¶ Yo soy de mi amado, y conmigo tiene su contentamiento.
7:11 Ven, oh amado mío, salgamos al campo, moremos en las aldeas.
7:12 Levantémonos de mañana a las viñas; veamos si florecen las vides, si se abre el cierne, si han florecido los granados; allí te daré mis amores.
7:13 Las mandrágoras han dado olor, y a nuestras puertas hay toda suerte de dulces frutas , nuevas y añejas, que para ti, oh amado mío, he guardado.
8:1 ¶ ¡Oh quién te me diese como hermano que mamó los pechos de mi madre; de modo que te halle yo fuera, y te bese, y no me menosprecien!
8:2 ¡Que yo te llevase, que yo te metiese en casa de mi madre; que me enseñases, que te hiciese beber vino adobado del mosto de mis granadas!
8:3 Su izquierda esté debajo de mi cabeza, y su derecha me abrace.
8:4 Os conjuro, oh doncellas de Jerusalén, que no despertéis, ni hagáis velar al amor, hasta que él quiera.
8:5 ¶ ¿Quién es ésta que sube del desierto, recostada sobre su amado? Debajo de un manzano te desperté; allí tuvo tu madre dolores, allí tuvo dolores la que te dio a luz.
8:6 Ponme como un sello sobre tu corazón, como un signo sobre tu brazo; porque fuerte es como la muerte el amor; duro como el sepulcro el celo; sus brasas, brasas de fuego, fuerte llama.
8:7 Las muchas aguas no podrán apagar el amor, ni lo ahogarán los ríos. Si diese el hombre toda la hacienda de su casa por este amor, de cierto lo menospreciarán.
8:8 ¶ Tenemos una pequeña hermana, que aún no tiene pechos. ¿Qué haremos a nuestra hermana cuando de ella se hablare?
8:9 Si ella es muro, edificaremos sobre él un palacio de plata; y si fuere puerta, la guarneceremos con tablas de cedro.
8:10 Yo soy muro, y mis pechos como torres, desde que fui en sus ojos como la que halla paz.
8:11 Salomón tuvo una viña en Baal-hamón, la cual entregó a guardas, cada uno de los cuales debía traer mil monedas de plata por su fruto.
8:12 Mi viña, que es mía, está delante de mí; las mil serán tuyas, oh Salomón, y doscientas, de los que guardan su fruto.
8:13 ¶ Oh tú la que moras en los huertos, los compañeros escuchan tu voz; házmela oír.
8:14 Corre, amado mío; y sé semejante al gamo, o al cervatillo, sobre las montañas de las especias.
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